800px-Lora_del_Río1Lora del Río (www.loradelrio.es) es un municipio que se encuentra a 57 kilómetros de la capital siendo limítrofe con la de Córdoba. El municipio de Lora del Río se compone de la localidad en sí y de varias pedanías, entre las que destacan las de Setefilla y El Priorato.

El núcleo de población principal, a una altitud de unos 38 metros sobre el nivel del mar, se sitúa en la confluencia del Guadalquivir con su afluente el arroyo Churre, en una posición casi central respecto a su territorio, que tiene una extensión superficial de 293,90 kilómetros cuadrados.

Sobre esta vasta extensión territorial se suceden asimismo variados paisajes geográficos, como corresponde a un origen geológico extraordinariamente complejo. El término loreño queda dividido en tres grandes unidades geomorfológicas y paisajísticas diferentes: la Sierra al norte, la Vega en el centro y la Campiña en la parte meridional, con materiales litológicos diferentes y con una cierta diversidad en los modos de vida de sus gentes, donde aún pueden encontrarse ambientes ecológicos especialmente bien conservados, y donde todavía es posible el trazado de rutas turísticas rurales (senderismo, paseos ecuestres…) prácticamente inéditas.

Como es de suponer, la rica diversidad biogeográfica del municipio de Lora del Río ha sido causa y consecuencia de un rico desarrollo histórico. La abundancia de restos arqueológicos así nos lo atestigua.
La abundancia de restos arqueológicos en la Mesa de Setefilla, atestiguan el poblamiento tartésico a partir de los inicios de la Edad del Bronce, hacia el 1700 a.c., continuado por otros asentamientos ibéricos en el núcleo urbano loreño yen las vecinas Mesas del Almendro y de Lora (Lora la vieja), marcan el comienzo de la historia local. A fines del siglo III a.C. los romanos se establecen en la comarca y con el nombre de Axati convierten a Lora en un gran centro productor-exportador de aceite de oliva.

El emperador Vespasiano le concede el derecho latino y pasa a ser un Municipium Flovium. Aunque se carecen de datos fiables, la Época visigoda debió tener una cierta importancia en la zona a juzgar por el número de restos funerarios hallados. Algunos autores atribuyen a este periodo el origen del actual nombre de Lora por la abundancia de laurel. La Lawro árabe siguió siendo un núcleo de población importante y un centro defensivo notable entre Córdoba y Sevilla según cuentan los cronistas contemporáneos.

Fernando III de Castilla la conquista a mediados del siglo XIII, concretamente en el año 1247, donándola inmediatamente a la Orden Militar de San Juan de Jerusalén o de Malta, cuyos caballeros habían contribuido decisivamente a su rendición.

Con estos territorios la Orden organizó un pequeño señorío que acabó configurándose en una bailía y varias encomiendas, cuya capitalidad residía en la villa de Lora, jurídicamente establecida en la Carta Puebla de 1259. Esta situación se mantendrá hasta la desamortización del siglo XIX.

Es en estos primeros años, tras la conquista, cuando va a surgir el culto a la Virgen de Setefilla, imagen que la Orden trajo, o hizo esculpir, y entronizó en el templo setefillano, a los pies del castillo, plaza fuerte y vigía de la zona, muy probablemente a mediados del siglo XIV.

En época árabe se fortifica el castillo y se construyen las murallas, recibiendo el nombre de “LAWRA”. Lora del Río va a alcanzar su máximo esplendor a lo largo del siglo XVIII, reflejado en la construcción de importantes edificios públicos (Ayuntamiento), religiosos (Iglesia de Nuestro Padre Jesús (Imagen de la Izq.)) e incluso privados (Casa de los Montalbo-Casa de la Virgen, Casa de los Leones).

A lo largo del siglo XIX se van a producir importantes cambios en la villa de donde surgirá la Lora moderna que hoy se conoce, aunque será ya en el siglo XX cuando, gracias a la implantación de nuevos regadíos y a la llegada de inmigrantes de otras regiones, Lora se recupere e inicie un proceso de crecimiento. En Lora, con la colonización agraria de los años 60, se crearon dos nuevos poblados: Setefilla y El Priorato. Este crecimiento le ha llevado a estabilizar una población en torno a los 20.000 habitantes.

El siglo XX es el punto de inflexión en la historia de Lora, pues es el siglo de las transformaciones. Es el siglo donde la recuperación se hace más eco, pues el término tenía productos como olivares de verdeo, viñas, encinas, naranjos, frutales, cereales, barbecho, etc. Además, poseía varias fábricas como las de aceite de olivar, de aguardiente, jabón, pan, de tejas y ladrillos, de papel, etc., aunque la más característica es la fábrica de la Pimentonera, nombre que aún se le denomina a la plaza donde estaba situada esta fábrica.

A pesar de ello, Lora del Río entró en una crisis económica que provocó la caída de las diferentes industrias que poseía la localidad, como la de la Pimentonera o la de la Celulosa Española. En los últimos años del siglo XX y los años actuales, la localidad sevillana ha comenzado su recuperación de forma tímida.

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